Laica o Libre

Primavera del 58. En las calles toda la estudiantina argentina. Le estaban por aplicar la primer puñalada trapera a la escuela de Sarmiento bajo la cobertura perversa de la libertad de enseñanza. Lo iban a conseguir. La gran batalla callejera fue la avant premier del vacimiento y el genocidio. Laicismo, verdadera libertad y gratuidad empezaron a ser pasado. Enseñanza privada y privilegiada con subvención estatal. Un repaso de los que no arriaron banderas y de los traidores.

14.5.06

TODA LA CARNE SOBRE EL ASADOR

El Congreso de la Nación, inaugurado en 1906. Aquella noche no lo iluminarion a giorno. Alcanzó con la multitud.

-¡ESTA NOCHE, AQUI, compañeros, se da la última batalla por la democracia! -remató su intervención Omar Patti, presidente de la FUA, la entidad organizadora, que hacía poco había reemplazado en ese puesto al cordobés Francisco Delich, quien formará parte de Pasado y Presente, un grupo de estudios marxistas que marcaría la vanguardia con José Aricó a la cabeza.

El bramido de la multitud lo tapó todo. Al otro día, La Razón de los Peralta Ramos y Félix Laiño, voceros extraoficiosos del Comando en Jefe del Ejército, que durante la desconcentración sus pizarras de la Avenida de Mayo iban a ser abucheadas, insultadas y escupidas, hasta hacerse acreedoras de algún huevo podrido o tomatazo, más alguna piedra perdida, tal como establecía el ritual, lo mismo que las de La Prensa y la La Nación, como representantes y quintaesencia de lo oligárquico, imperialista y reaccionario, reprodujo la cantidad oficial aceptada por la Policía Federal, a cuyo frente el PE había puesto al capitán de navío Ezequiel Niceto Vega, quien a partir de estos acontecimientos iba a ser rebautizado Niceto El Pollo, en un impensado homenaje y resurrección que jamás hubieran soñado Estalinao del Campo o Mujica Lainez: 160 mil almas. El 50% clavado, por lo menos, según la liturgia vigente. En enero de 1974, en una edición a la que el mensuario Todo es Historia le dedicó la tapa y adentro un exhaustivo y documentado trabajo de Horacio Sanguinetti, reconoció hidalgamente más de 250 mil . Los organizadores, claro, hablaron de medio millón. Quienes conocen de este manido tire y afloje, de un bingo casi chiquilín como apolillado pero que sigue vigente -sobre todo con la capacidad de la Plaza de Mayo y el Luna Park-, si se toma como cierto que sobrepasaban cómodos los 350 mil no hay riesgo alguno de tropicalismo y capaz que todavía uno queda un poco corto. Ahora, este juego de abalarios no puede soslayar que en aquel entonces el país tenía exactamente la mitad de la población actual y que si hoy se juntan 30 mil almas para cualquier acto es todo un éxito multitudinario.

Fue el viernes 19 de septiembre de 1958. La estudiantina universitaria y secundaria alfombró la plaza de los Dos Congresos, la Mariano Moreno y primeras cuadras de las calles y avenidas que allí desembocan. Las diferentes columnas empezaron a llegar a partir de las 16:30. Las más impresionantes fueron las de la FULP platense, que lo hizo a pie, desde Plaza Constitución, por la 9 de Julio, a medida que iban llegando los trenes tan atestados que las viejas máquinas de vapor eran colmenares humanos y los maquinistas de La Fraternidad se adherían dándole duro y largo al silbato en todas las estaciones y pasos a nivel importantes, los grupos hacían cada tanto un alto reparador para terminar reagrupándose a la altura de Rivadavia y así por fin marchar atrás de la FUBA, como estaba previsto; la de Ciencias Exactas que arrancó de la hoy Manzana de las Luces, Derecho desde el bajo y Económicas y Medicina, prácticamente juntas, que lo hicieron por Córdoba y Callao. El ingreso de las autoridades, por la Avenida de Mayo, en una primera línea y tomados del brazo con el rector Risieri Fondizi al centro, flanqueado por José Luis Romero, Manuel Sadovsky, Rolando García, Florencio Escardó, Gregorio Klimovsky, Eva Giberti, Hilario Fernández Long para arbitrariamente nombrar a los públicamente más conocidos, porque iba prácticamente todo el claustro de docentes, entrelazados, en el bloque más compacto, y unos pasos más atrás, de vereda a vereda, la pancarta de la FUA, que honoríficamente les había cedido la cabeza a los maestros, como debe ser, y el río con las banderas violetas de la Reforma Universitaria que se habían enarbolado exactamente cuatro décadas atrás en La Docta.
Saldo: ni un detenido, ni un vidrio roto.

Fue la respuesta a la mojada de oreja desde el Gobierno, el lunes 15, cuando con toda la infraestgructura y aparato del Ministerio de Educación que regenteaba Luis McKay, se repartieron por todo el país pases libres para viajar gratis en trenes y micros; en los colegios religiosos capitalinos y de alrededores se tomó asistencia para darles por el lomo a los indiferentes y reacios que no se movilizaban y de esa forma estaban contra Dios, la Madre Iglesia y la Patria. Contaron con el imponderable apoyo del Partido Cívico Independiente del capitán ingeniero (RA) Alvaro Alsogaray, que venía de ser funcionario peronista (gerente de la estatal Aerolíneas Argentinas) y del Laborista de Cipriano Reyes y Atilio Bramuglia, tradeunionismo de entrecasa, un sellito con el que Juan Perón se presentó a las elecciones de febrero de 1946 para acceder por primera vez al sillón de Rivadavia.
Los más entusiastas se animaron a estimar unos 60 mil presentes. Todos muy bien vestidos, por cierto, y con refulgentes y caros uniformes de los colegios privados de más rancia estirpe nativa. El rubro oradores no fue lo más fuerte. Alberto Mazza lo hizo por los estudiantes, consiguieron a un obrero (un uruguayo que no se sabe a santo de qué subió ni de dónde había salido), al doctor Zorraquín Becú, quien con voz inflada de patriótica emoción lanzó el anatema de práctica contra "los admiradores de Moscú" en lo más ardiente de la Guerra Fría y la fervorosa adhesión por escrito de Alsogaray contra "el monopolio totalitario de la enseñanza".