Laica o Libre

Primavera del 58. En las calles toda la estudiantina argentina. Le estaban por aplicar la primer puñalada trapera a la escuela de Sarmiento bajo la cobertura perversa de la libertad de enseñanza. Lo iban a conseguir. La gran batalla callejera fue la avant premier del vacimiento y el genocidio. Laicismo, verdadera libertad y gratuidad empezaron a ser pasado. Enseñanza privada y privilegiada con subvención estatal. Un repaso de los que no arriaron banderas y de los traidores.

14.5.06

DE CÓMO GABRIEL SE FUE AL MAZO

El cordobés que de pope reformista decayó en ministro del entreguismo.

Gabriel del Mazo, uno de los popes de la Reforma del 18, era nada menos que Ministro de Defensa de la sinuosa administración frondizista que había comenzado con la amnistía más amplia, completa y franca de la historia argentina, para enseguida hundirse en estos andurriales que lo llevarían a venirse abajo como un barrilete sin viento. No solamente en su cartera tenía en contra hasta al Ejército de Salvación, sino que quedó entre los dos fuegos de lo que Alfredo Palacios ya había anunciado como ley sociológica, histórica y existencial insoslayable: "Los incendiarios de hoy serán los bomberos del mañana."

La estudiantina se le fue al humo y le pidió definiciones: o los arrumacos y prebendas del Poder o las banderas de ayer, las de la juventud, que tienen que ser las de siempre para ser banderas y no trapitos de colores. Trató de hacer tiempo, tirar la pelota a la tribuna con una licencia por enfermedad, pero no hubo caso: lo fueron a buscar. Toda la cúpula de la FUA, acompañada de una para nada despreciable cantidad de activistas, se dejó caer con uno de los últimos atardeceres del invierno de 1958 y le tocaron el timbre de la casona de dos plantas en pleno microcentro porteño. No salió a atender. Y cuando la espera se empezó a estirar más allá de lo tolerable y los vidrios empezaron a correr el riesgo de los que les había pasado a todos los de los colegios privados católicos, apareció una uniformada empleada doméstica a comunicarles que el señor lamentaba no poder atenderlos en ese momento por encontrarse todavía convaleciente y que volvieran otro día
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La respuesta fue que la dolencia no le iba a impedir leer la carta que le traían, que por favor se la entregara y ellos se iban a quedar ahí esperando la respuesta. Este es el TXT completo de aquella CARTA ABIERTA cuyo redactor fue el entonces estudiante de Derecho, santafesino y socialista, Guillermo Estévez Boero:


Los universitarios de todo el país, que durante cuarenta años han estudiado los postulados de la Reforma Universitaria a través de sus escritos, deben dirigirse a Ud., viejo maestro y reciente ministro, para aclarar un grave dilema: ¿tenemos un maestro menos?

En su vieja casa de la calle Sarmiento, donde tantas veces llegamos para tomar aliento y seguir el camino, hemos leído el manuscrito original del Manifiesto del 18, que celosamente Ud. custodiaba. Vuélvalo a leer hoy, y esas página amarillas le dirán qué lejos está de aquellos planteos; allí se hablaba de la unidad de nuestros pueblos, de la lucha antiimperialista, y de la creación de una genuina cultura nacional. ¿Cómo conjugar con ello, y con tantas declaraciones y Congresos por Ud. compilados, el caso DINIE, CADE y ahora la enajenación de nuestra cultura nacional?

Difícil, y por qué no decirlo, imposible conjugación; pero el viejo maestro no ha hablado. ¿Qué pasa? ¿Cuarenta años de vida se borran y la juventud debe dar de baja a otro guía?

Los reformistas de todo el país, reunidos en esta Convención Nacional de Centros, esperan su palabra; la retirada nada soluciona, porque ella es sinónimo de debilidad, y ésta ha estado ausente siempre de nuestro ideario; pero cuando se llega a una posición de gobierno después de cuarenta años de lucha, hay que dar todos los días la batalla por aquellos postulados, que aunque amarillos en el papel, siguen configurando el gran programa de los pueblos de esta América oprimida.

Esperaremos su palabra; si tenemos que darlo de baja, lo haremos con profundo dolor, porque será un trozo humano de la reforma que queda en el camino; pero si seguimos contando con un maestro, ocho universidades nacionales lo rodearán con una fuerza juvenil que supera en mucho a la de 1918. Si así no fuese, le rogamos nos devuelva el manifiesto; miles de manos de todo el país tomarán la bandera que Ud. deja caer.
Maestro, cuarenta generaciones lo escuchan.
CONVENCION NACIONAL DE CENTROS DE FUA


Por supuesto, no hubo respuesta. ¿Por entre los visillos de la planta alta, con bata de seda y pijama de invierno, el vapuleado hombre maduro habrá espiado esa alfombra de cabezas que de tanto en tanto dejaban escapar un estribillo, jamás un insulto, y junto con la noche habrá certificado lo que el vate tanguero había vaticinado lo que era ver piantarse un cacho de amor y juventú?

Pasado el tiempo prudente, cantando pero no contentos, porque la traición y la deserción no se pueden festejar de ningún modo, la claudicación de los ideales por 30 monedas o más no se justifican nunca. En el trabajo mencionado, Sanguinetti intenta una piadosa defensa para el desertor por las trampas entre la lealtad a los ideales juveniles y al amigo en el Poder.


No. La escuela de Sarmiento no admitía medias tintas. Y para colmo, el rector de la UBA no había dejado resquicio posible en cuanto al tráfico de los principios, un mercachifleo apto para los que tuvieran la conciencia moral de vacaciones. No se podía hablar de lealtades con un correligionario; para colmo primer mandatario, que había inaugurado la costumbre de escribir libros proselitistas para calzarse la banda, y acto seguido hacer exactamente lo contrario sin tan siquiera tomarse el trabajo de borrarlo con el codo.

O hacerle la rata a la Historia con parte de enfermo. Que para el caso es lo mismo.


Pero había comenzado la Era de las Defecciones. O del Panquequismo. También el Travestismo Ideológico/Político. La conciencia se deshilachaba eviscerando el contenido y el valor de las palabras. Estaban comenzando otros tiempos. Los del pragmatismo sin futuro ni ética cantados en lunfa reo por Edmundo Rivero y desde donde ya se proclamaba premonitoriamente que lo único importante es salvar la busarda.